El gesto de la muerte.
No te permitiré que le agas daño al jardinero, el es un buen hombre y no se merece que te lo lleves: dijo el principe casi enfurecido.
A cada quien le llega su hora, yo soy la muerte y no podrás inpedírmelo respondió la muerte con altaneria.
El principe sacó su espada y se fueron a duelo.
Como era de esperarse la muerte salió victoriosa y solo esperaba la llegada de la noche para ir en busca del jardinero.
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