jueves, 28 de octubre de 2010

Persecución del maestro.

Mientras seguía su búsqueda el discípulo seguía encontrándose extraños y cada vez que se negaba a ayudar a alguien la voz volvía y le repetía Yo era Tilopa, hasta que un día un moribundo que estaba en el camino le pidió dinero o un poco de comida, el discípulo ya había aprendido la lección y respondió Yo te doy lo que me pidas maestro Tilopa.

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